Entradas

DUDAS

Feroces fieras me asaltan dudas que me abruman  calidoscopio de arremolinadas  e indefinidas formas allá donde vaya van conmigo siempre me acompañan Duelo diario es el que libro con pérfidos huespedes alojados  larga es la contienda justa la disputa El sueño me arrebatan sin tregua al pensamiento páramos de negrura son mis dudas ¡Ay! Dudas: Como volatinero que al frente tiene el punto y al  punto llega al frente Aquí estoy ahora,  que por la duda he llegado... Y, sigo dudando.

PADRE

Padre : amor imponderable, infinito manantial de apasionados borbollones. Fornido basamento a las tormentas incólume Lágrima que no se ve sonrisa dibujada al alba de cada día Viejo farolillo leve rayo de luz luciernaga de la noche Tivio haz, heraldo de esperanza Mago ilusionista aliviador de pesares pesares que pasan por la vida Futura reminiscencia ante el vertiginoso paso del tiempo Plegador plegado siempre dispuesto a tus plegarias.

¡Too, venga... vamos a jugar!

 De sobra es conocida la importancia del juego en los niños, mejora su desarrollo general: físico, emocional e intelectual. Todos hemos sido niños, y, más o menos todos hemos jugado. Sin embargo, hay excepciones. Mi infancia transcurrió normal, si por normal entendemos que un niño de 6 ó 7 años se aburra jugando. Aún hoy recuerdo a mi madre, me decía: "vete con tu hermano Luis a jugar". Luis, es mi hermano mayor; sólo dos años más que yo. Sea como fuere, yo no tardaba ni cinco minutos en estar de vuelta a casa: me aburría, me aburrían todo tipio de juegos. Cuando yo era niño no abundaban los juguetes; había que improvisar. Yo prefería un papel y unos lápices de colores..., recuerdo que lo pintaba todo; incluso los libros de texto. Ahora me encuentro a las puertas de la senectud, mi vida ha transcurrido normal: familia, trabajo, ocio... Hasta que aparece Lucía ─mi nieta, ahora tiene 7 años─. A esta edad los niños están cargados de energía y les sobra imaginación: el modesto ja

Fui a Cádiz y descubrí Gadir.

"El camino siempre es mejor que la posada" Antes de emprender un viaje, suelo documentarme; procuro toda la información posible, ya sea práctica, cultural o histórica. En este sentido, y, recordando la cita atribuida a Cervantes;  el "camino" ha sido muy bueno. Sin embargo, y no pretendo contradecir al insigne novelista, la "posada" no ha sido menos. Nos adentramos en Cádiz por el puente de la Constitución de 1812 (puente de la pepa), que cruza la bahía de Cádiz. Seguidamente pasamos por  Puerta de Tierra, reducto de la antigua muralla de entrada a la ciudad; actualmente separa el casco  Antiguo de la zona moderna, conocida como "Extramuros". Estos dos monumentos diferencian perfectamente ambas zonas. Tantos siglos de historia a golpe de vista; hermoso espectáculo. Instalados en un palacete del siglo XVIII, situado en la calle Ancha y convertido en hotel; comenzamos nuestra visita, quizá por el barrio más antiguo de Europa: El Pópulo .

Me gusta cómo huelen los libros.

Me gusta leer... Poco a poco ─muy poco a poco─ he logrado una pequeña biblioteca. Está ubicada en una de las mejores dependencias de la casa: un semisótano, amplio ─más de 30m─, aquí paso la mayor parte de mi tiempo libre; entre libros y pinceles. Como el espacio es grande,y, el lugar apropiado. Lucía, se ha hecho un hueco con sus juguetes. He observado que le llaman la atención ─aún no sabe leer, ya tendrá tiempo─, y, le gusta que le lea. Hoy, me ha preguntado: ─ " To ─así me llama, aféresis de abuelito─ tú los has leído todos." ─ No, Lucía... Todos, no. Después, al abrir uno de sus cuentos; me ha dicho: ─ To..., me gusta  cómo huelen los libros.

Luna llena.

Hace un tiempo espléndido, a no ser por los mosquitos: parecen decididos a comernos. Está con nosotros ─la abuela también─ Lucía. Sus padres trabajan esta tarde. Al igual que todos los niños a esta edad (5 años), disponen de energía e imaginación inagotables. Durante la tarde y después de jugar a todo tipo de cosas, salimos a dar un paseo con nuestra perrita Nora. Ya estaba anocheciendo y lucía un luna plena, radiante... ─ Mira, Lucía... Qué bonita está la luna. ─ "Sí, está rellena."

Las Vitaminas de Papá Noel.

Es Navidad... Otra más, y ya van unas cuantas. No profeso ninguna religión..., me declaro agnóstico ─vaya palabro─, pero, de todos es sabido lo difícil que es abstraerse de tan "entrañables" y "fraternales" días. Los niños ─especialmente los nietos─ dan un carácter singular a la Navidad. Después de muchos años (desde que mi hijo alcanzó la adolescencia) he vuelto a colocar luces y algunas cintas en el árbol; he procurado ser discreto. Todo ello, por ese aire fresco, renovador y contagioso que con asombrosa facilidad aportan estos pequeños diablillos. La cena de Noche Buena la celebramos en casa, después; una vez finalizada, tuvimos el honor de recibir la visita de Papá Noel (un sobrino, el cual tuvo la bondad de disfrazarse para tal fin). La locura se desató en los pequeños; emocionados, nerviosos, ansiosos..., sin duda lo mejor de la Navidad. Al día siguiente, me dice Lucía: ─ "Abuelito, tú dices que Papá Noel lo ve todo... pero, yo lo he visto ,y, me he