Subiré al cielo esta noche, cogeré una estrella, le pondré tu nombre. Pues, dicen por ahí... - hay rumores - que más luce la tierra que brillo en el firmamento. ¡ Ay... ! Subiré al cielo esta noche.
Y quiero que, cuando mi cuerpo ya no esté, cuando sólo quede mi alma. El viento, fresco y húmedo, acaricie mis cenizas. Y un hálito me lleve a ti: para tocar tu pelo, para besar tus ojos, para frisar tus labios. Para después, recorrer tu cuerpo, y con la aurora, esperar la venida de otro céfiro.