Cuando ya no esté.

Y quiero que, cuando
mi cuerpo ya no esté,
cuando sólo quede mi alma.
El viento, fresco y húmedo,
acaricie mis cenizas.

Y un hálito me lleve a ti:
para tocar tu pelo,
para besar tus ojos,
para frisar tus labios.

Para después,
recorrer tu cuerpo,
y con la aurora,
esperar la venida
de otro céfiro.

Comentarios

Entradas populares de este blog

DUDAS

Las Palabras.

Para recordar