Para recordar

Hace unos meses por fin estuvimos en Córdoba (llevaba tiempo queriendo ir), no me decepcionó en absoluto. Es una de esas ciudades con un encanto sublime.
            Antes de iniciar un viaje suelo documentarme; son importantes los previos, la estancia y la vuelta ( el antes, durante y después), no concibo otra forma de viajar.
            Para los previos me fue de gran ayuda dos libros que me dejó mi cuñada Ángels: " Córdoba de los Omeya", de Antonio Muñoz Molina y Filósofos Cordobeses Universales, de Jordi Puigdomènech ( Séneca, Osio, Ibn Hazm, Averroes y Maimónides). Cinco destacadas figuras del pensamiento occidental nacidas en esta ciudad.
            Muñoz Molina es un gran narrador, "Córdoba de los Omeya", siendo un libro divulgativo, no está exento de una fuerte carga literaria. Por supuesto esto sólo está al alcance de grandes maestros, él lo es. Jordi Puigdomènech es profesor de filosofía Medieval, en su obra nos da un dimensión de la grandeza que llegó a alcanzar Córdoba en esa época, de ahí estas grandes figuras del pensamiento.
            Córdoba está situada al pie de Sierra Morena, a orillas del Guadalquivir; Baetis o Betis para los romanos. Wid al Kibir ( río grande ) para los árabes. Con un enclave tan hermoso no es de extrañar que fuesen tantas las civilizaciones que se asentaron en él. Con los Omeya, Córdoba alcanzó su mayor esplendor, llegando incluso a sobrepasar el millón de habitantes. No en vano la llamaron la ciudad de las tres culturas.
            Siempre me gustó disfrutar de la diversidad del paisaje y España lo tiene. Por eso decidimos hacer el viaje en coche, es muy cómodo; en apenas cinco horas estábamos allí. No fue difícil localizar el hotel, situado a las afueras de la ciudad; no más de un kilómetro a orillas del río. Esto que en un principio parecía un problema, resultó ser un acierto: facilidad de aparcamiento, el hotel dispone de grandes espacios totalmente gratuitos. Y esto es una nimiedad comparado con el placer de contemplar Córdoba a esa relativa distancia: una bella panorámica. Al comenzar nuestras visitas diarias, forzosamente teníamos que pasar por el puente romano, con la torre de la Calahorra. Edificios que refuerzan su belleza reflejada en las aguas del río; celoso cancerbero a las puertas de la ciudad. Y hablando de puertas, pronto nos encontramos con una: la Puerta del Puente, los cordobeses, que son muy dados a la guasa, la llaman " el arco del triunfo". Es un monumento del siglo XVI  de estilo renacentista. Subimos una pequeña cuesta y nos encontramos con la judería: con sus patios, balcones y callejas de un frescor a flores que invaden el aire. Laberinto que nos sorprende a cada esquina: ora plaza del potro, ora corredera, ora sinagoga, ora Cristo de los faroles, ora plaza de las Tendillas...
           Entramos a la Mezquita por la puerta de las Palmas; lo primero que vemos es un "bosque" formado por 1.300 columnas de mármol, jaspe y granito sobre las que se apoyan 365 arcos de herradura bicolores. Seguimos el recorrido hasta llegar a la maqsura, el lugar reservado al califa. Y finalmente el mihrab, un espacio vedado a los fieles, el más intimo y sagrado del templo. Es el lugar donde se coloca el Imán cuando dirige la oración. Continuamos hasta la capilla cristiana, una obra en medio de la Mezquita no exenta de polémica. Para su construcción tuvo que intervenir el Emperador Carlos V, si bien, más tarde se lamentaba con la famosa frase "habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes".
           Salimos muy emocionados, aun siendo un neófito ─al menos en mi caso. Esa es la grandeza del Arte, pasa también con la música, la pintura, la literatura... Esto consume energía, y Córdoba presume de una excelente gastronomía. Puestos a comer, lo típico: berenjenas fritas con miel de caña, rabo de toro y vinos de montilla moriles. Al caer la tarde y provistos de calzado y ropa cómoda, nos apuntamos a un recorrido por la ciudad. "Córdoba a pie", dos jóvenes estudiantes eran las encargadas de darnos todo tipo de explicaciones por un módico precio (4 ó 5 Euros, creo recordar). Al terminar, cenas ligero y, al cruzar el puente romano, de regreso al hotel; al mirar Córdoba, me dije: 
        
                                Qué bella eres, Córdoba.
                                 bella como ninguna.
                                 A los pies de sierra Morena
                                 te extiendes y el Guadalquivir,
                                celoso cancerbero te protege. 
                                 Ya marcho por el puente,
                                  ya paso por la Calahorra.
                                   Atrás queda la Mezquita,
                                  atrás queda Córdoba.
                                 Qué bella eres... Córdoba.







































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